lunes, 29 de marzo de 2010

Prepárense para enterrar a la República Islámica Partido Comunista de Irán (MLM)


Tomado de revolucion obrera # 291.

El Semanario lo pueden encontrar en el siguiente Link:
www.revolucionobrera.com


Prepárense para enterrar a la República Islámica
Partido Comunista de Irán (MLM)

Publicamos a continuación extractos de un folleto del Partido Comunista (Marxista-Leninista-Maoísta) de Irán, con fecha del 5 de febrero, publicado con motivo del 31 aniversario del levantamiento popular que derrocó al Shah en 1979. Los extractos son tomados del Boletín del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar del 8 de febrero de 2010.

Mientras millones de personas iraníes en todo el país esperan el 11 de febrero, sus corazones están latiendo duro. Hombres y mujeres valientes están planeando convertir esa fecha en un día decisivo. El enemigo también tiene la intención de permanecer en el campo y no perder su balance inestable. La consigna coreada por la gente "¡Abajo la República Islámica de Irán!" saldrá del corazón y
encontrará eco en otros corazones.

Durante los últimos ocho meses el movimiento del pueblo iraní contra el régimen ha inspirado a mucha gente del Medio Oriente y de otras partes del mundo. Ellos también están esperando con entusiasmo el 11 de febrero. Los imperialistas occidentales y Rusia y China que son todos tan reaccionarios como la República Islámica ya están especulando sobre "Irán después del 11 de febrero" y expresándose su preocupación sobre el "futuro de Irán y el Medio Oriente" — !lo que significa una preocupación sobre sus intereses en Irán y el Medio Oriente! El 11 de febrero de este año llega después de las manifestaciones de Ashura [26 de diciembre] que fueron un punto decisivo para el movimiento antirégimen.

En las manifestaciones de Ashura las personas cruzaron las líneas rojas trazadas e impuestas por Mousavi, Karoubi y otras cabezas del movimiento "Verde" coreando "Muerte al Líder" [el ayatolá Jamenei] y pisoteando el carácter religioso de Ashura. Esas protestas asestaron un duro golpe a los líderes fundamentalistas islámicos que se han impuesto a nuestro pueblo desde 1979, y anunciaron el fin de su régimen. Este evento aterrorizó al "Líder" (de la República Islámica) y a los que le rodean y provocó que buscaran desesperadamente formas absurdas para evitar la pérdida de toda su autoridad. Incluso Mousavi y Karoubi se refirieron a las personas "contra el sistema" con miedo y recalcaron una vez más su lealtad al sistema de la República Islámica. Fueron tan lejos como para reconocer la legitimidad de la presidencia de Ahmadinejad, y ofrecieron una nueva ronda de negociaciones y mediación entre las dos facciones como una "manera de salir de la crisis". Pero es demasiado tarde. Las personas que han llegado a experimentar y comprender la naturaleza antagónica de la República Islámica no pueden ser arrastradas a la mesa de conciliación.

Para mantenerse en el poder, la camarilla gobernante no tiene otra opción que continuar su supresión. Pero por razones políticas, no es capaz de utilizar todo su potencial combativo. La dinámica de la situación es tal que más represión dará lugar a un pueblo más militante y decidido, así como le costará al régimen más de su base y apoyo. Por un lado, los líderes de la facción reformista de la República Islámica no quieren que el régimen islámico sea derrocado bajo ninguna circunstancia. Por eso están mostrando su disposición para conciliar.

Por otro lado, se dan cuenta de que si no se adaptan a esta nueva situación, pueden esperar un futuro sombrío. Después de las manifestaciones de Ashura, los Estados europeos que han tenido 31 años de relaciones casi ininterrumpidas con la
República Islámica han llegado a la conclusión de que el régimen islámico no durará mucho tiempo. Por tanto, han comenzado a cambiar su política exterior.

Todos los centros de poder a escala mundial están contendiendo y discutiendo entre ellos acerca de cómo determinar el futuro. Cada uno busca tener la máxima influencia en el futuro de Irán. Pero lo más importante es que ellos saben que ahora más que nunca, en la complicada situación de esta región, los acontecimientos en Irán tendrán un impacto en los países del Medio Oriente y pueden hacer añicos sus cálculos y planes.

El derrocamiento de la República Islámica está objetivamente en la agenda.

Pero hay una pregunta más grande que aún no ha sido resuelta y que nuestro partido debe poner en la agenda de los militantes veteranos y la nueva generación: ¿Qué se debe hacer para no repetir la amarga experiencia de hace 31 años? En ese tiempo millones de trabajadores, intelectuales, campesinos y las nacionalidades oprimidas (kurdos, turcomanos, Azari, árabes y baluchis) se reunieron en un movimiento que derrocó a la monarquía despótica. Pero las fuerzas fundamentalistas islámicas bajo Jomeini robaron el liderazgo de la revolución. Las potencias capitalistas del mundo, encabezadas por los EE.UU., abrieron rápidamente el camino para que los fundamentalistas islámicos tomaran el poder para evitar que el movimiento popular desarrollara un objetivo que fuera más allá de oponerse a la monarquía y que bajo el liderazgo de los comunistas revolucionarios terminara el funcionamiento de todo el sistema de opresión y explotación.

La revolución fue derrotada. Una autocracia religiosa sustituyó a la monarquía despótica.

El mismo peligro amenaza al movimiento popular una vez más. De que ocurra o no una repetición de esa experiencia y otras amargas experiencias como la revolución constitucional (1908) y el golpe de estado del Shah apoyado por la CIA (1953) depende de si será construido o no un polo comunista en el movimiento popular, uno con un programa claro y transparente para el futuro de nuestra sociedad (es decir, el carácter del clase y económico-social del futuro estado), por un partido comunista que no sea un residuo del movimiento comunista del pasado, sino una vanguardia del futuro. Un partido que, en relación con la lucha del pueblo lo lleve y allane el camino para el derrocamiento violento de la clase explotadora. Este 11 de febrero debe ser el comienzo de una revolución, con respuestas claras a estas tres preguntas principales: ¿Qué queremos? ¿Cómo puede lograrse? ¿Bajo qué tipo de liderazgo se puede lograr esto? Para formar tal polo el movimiento popular actual debe volverse cada vez más consciente. Nuestras consignas y nuestras demandas deben ser una guía para el derrocamiento de la república islámica, y deben reflejar la sociedad del futuro — una sociedad que tiene características cualitativamente diferentes de la actual. Nuestros métodos de lucha deben mostrar la seriedad y la gravedad de los antagonismos de clase. La facción reformista del régimen y los intelectuales que los apoyan advierten a los jóvenes sobre las formas no-pacíficas de lucha y predican contra los "desventajas" de la lucha armada. Sin embargo, estos hipócritas son conscientes de que el sistema de la República Islámica está protegido por un ejército armado hasta los dientes y las fuerzas de seguridad criminales y horrorosas, y estos mismos reformistas cuentan con la influencia que tienen en los cuerpos de Pasdaran, el ejército y otras fuerzas de seguridad.

Las facciones reformistas, al igual que todos los gobernantes reaccionarios, se ven a sí mismos como los únicos dueños legítimos del derecho a poseer y utilizar armas, exactamente igual a como ellos ven su propio poder político como lo único legítimo. Pero los intereses de la mayoría de las personas dependerán de si las personas más oprimidas estarán en las primeras filas y si se convertirán en las principales fuerzas de la revolución y bajo un liderazgo comunista se tomen el poder del estado — y sobre esa base crear una sociedad que esté controlada por el pueblo y al servicio de la mayoría de las personas.

Es imposible que las formas "pacíficas" de lucha le arrebaten el poder político de las garras de aquellos cuyos intereses económicos profundos están protegidos por las armas y fuerzas militares. Es sólo a través de la guerra revolucionaria que la gente puede destrozar las fuerzas militares del enemigo y ganar el poder político. La preparación es necesaria para el lanzamiento de una guerra revolucionaria, y un sector avanzado del pueblo debe ser consciente de esa necesidad y organizar su fuerza en esta dirección.

Transformar las luchas callejeras en batallas organizadas y planificadas es un paso importante hacia esos preparativos. Romper las puertas de la prisión de Evin, castigar a los mercenarios del régimen en las calles y barrios, lograr las demandas como "Libertad para los presos políticos" y "Abolición del hiyab obligatorio" [que cubre la cabeza] todo esto es parte de la lucha para derrocar este régimen. En estas batallas las masas aprenderán cómo responder a la violencia injusta con la lucha justa y sin concesiones, cómo negarse a tolerar esa violencia y humillación, y saborear la vida real y su lucha llena de significado.

Este régimen será derrocado, pero se resistirá hasta el último momento. Así que debemos estar preparados para el baño de sangre por estos criminales. Eso significa que los jóvenes deben estar preparados para defender a su pueblo y su libertad con uñas y dientes.

No debemos permitir que los mercenarios del régimen ataquen fácilmente a la gente. No debemos permitir que estos mercenarios secuestren a los jóvenes de sus casas ni irrumpan en las residencias universitarias, ni que ejecuten a las personas en sus mazmorras medievales.

No debemos permitir que cuelguen a nuestros jóvenes, en público o en lugares escondidos. No debemos permitir que maten a pedradas ni a una mujer más. No debemos permitir que sus oídos y ojos [los servicios de inteligencia, de la milicia Basiji y soplones] controlen nuestros lugares de vivir y de trabajo.

En otras palabras, tenemos que ganar nuestra libertad y lo que nos pertenece con nuestras propias manos, ya sea con la pistola o el puño.

El proceso de la caída de este régimen ya ha comenzado. Su régimen horrible nació el 11 de febrero de 1979 (22 de Bahman 1357). Que el 11 de febrero 2010
sea el comienzo de su muerte.

Coreemos la consigna "Abajo la República Islámica" y extendámosla a lo largo y ancho de todo el país. Debemos trabajar para que los trabajadores —hombres y mujeres— salgan de las fábricas y los suburbios pobres y se unan a la multitud del pueblo y fortalezcan las olas de lucha y resistencia del pueblo. Que nuestra juventud comunista, con sus banderas de color rojo brillante sean los heraldos de un nuevo futuro, un nuevo sistema político, económico y social que lleve el estandarte de la emancipación de toda la humanidad.

No podemos dejar que los líderes Verdes tracen el futuro o establezcan sus horizontes. De lo contrario, como en los últimos 31 años, ellos utilizarán el engaño y la hipocresía para fortalecer los pilares en que la República Islámica descansa.

La máquina de la República Islámica ha estado continuamente moliendo con sus prisiones, tortura y ejecución a los comunistas, a los combatientes por la libertad, a los huelguistas, a los jóvenes que se sienten frustrados por la falta de trabajo y un futuro, y a las mujeres que se atreven a negarse a usar las cadenas de la esclavitud. Pero al fin los ríos de ira y odio en contra de toda esta opresión e injusticia se están convirtiendo en una tormenta que va a enterrar a la República Islámica para siempre.
 


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